Se está proyectando
en los cines de Galicia y de toda España Memoria
del Saqueo, un genial documental de Fernando “Pino” Solanas
que obtuvo, en 2004, el Oso de Oro Honorífico
en el Festival de Berlín. Nacido en Buenos Aires
en 1936, Solanas, a quien conozco y admiro hace muchos
años, es considerado a escala internacional
como uno de los grandes maestros del cine contemporáneo.
Es autor, en particular, de La Hora de los Hornos (1968,
realizada junto a Octavio Getino), obra subversiva
y uno de los documentales de mayor impacto político
en el ámbito latinoamericano, que le valió un
excepcional reconocimiento internacional.
Es una película contra el olvido. Trata de
exponer cómo, por qué y por culpa de
quién un país tan rico como Argentina
vivió uno de los derrumbes económicos
y sociales más brutales que jamás haya
padecido un Estado en tiempos de paz. “Pino” Solanas
hace para la historia el inventario de las decisiones
que condujeron a su país a la ruina y desembocaron
el 19 de diciembre de 2001 en revuelta popular y el
derrocamiento del presidente De la Rúa. Con
mucha inteligencia, el film establece la génesis
de esa insurrección y denuncia toda la cadena
de errores cometidos por los sucesivos dirigentes argentinos,
desde la inmensa deuda contraída durante la
dictadura militar hasta las desastrosas privatizaciones
de las compañías estatales decididas
por el presidente Menem (Carlos), convertido en un
feroz ultraliberal.
Solanas insiste en la responsabilidad de este dirigente
que, según él, usó la traición
como bandera y la corrupción como práctica
ordinaria. Pero pocas instituciones se salvan de la
denuncia: el Fondo Monetario Internacional, los grandes
bancos extranjeros, los medios de comunicación,
los sindicatos, el poder judicial. Todos ellos, de
una u otra manera, tienen parte de la responsabilidad
en el hundimiento de la Argentina, en el saqueo de
sus riquezas y en el empobrecimiento brutal de su población.
Le pregunto a Pino cómo le vino la idea de
hacer de nuevo un filme tan fuerte y tan eficaz en
su denuncia. Me dice: “Hice esta película
para reconstruir una de las etapas más sombrías
de la historia de Argentina. Para revelar las causas
que provocaron el saqueo económico y el genocidio
social. Treinta y cinco años después
de la Hora de los Hornos, he querido retomar la historia
a partir de las palabras y de los gestos de sus protagonistas
y situar las imágenes en su contexto económico
y social. Con este inventario trágico del saqueo
de mi país quiero contribuir a su refundación
democrática y participar en el gran debate sobre
los estragos producidos por la globalización
neoliberal”.
Le pregunto si piensa que Menem tiene la principal
responsabilidad. Me dice: “Él y su ministro
de Economía, Cavallo (Domingo) se inventaron
la paridad peso-dólar para acabar con la inflación.
Fue una calamidad. Ya nadie pudo producir de manera
rentable en Argentina. Era más barato importar
y imposible exportar. Toda la industria se hundió y
el país conoció una ola de cesantía
sin precedentes. Los capitales huyeron al extranjero.
La culpa de Menem es gigantesca pero hubo muchos cómplices,
entre ellos las compañías extranjeras –muchas
españolas- que se aprovecharon para adquirir
a un precio de miseria las principales riquezas del
país”.
La denuncia principal de Solanas, y en ello está la
gran inteligencia de la película, es contra
ese tipo de agresión invisible que representa –en
un marco democrático- la lógica de la
globalización. Una agresión económica
que provoca más víctimas que una guerra.
Esas decenas de miles de personas que pierden el trabajo,
que viven en la miseria sin ninguna protección
social, que pasan toda clase de necesidades y que incluso – como
esos niños que muestra el film- se mueren de
hambre en un país que es uno de los mayores
productores de alimentos del mundo. Por todo eso, por
su formidable fuerza política y la increíble
audacia de su estilo, Memoria del Saqueo es una película
indispensable que todo ciudadano debe ver para comprender
mejor el mundo trágico en que vivimos.
Ignacio Ramonet
Fuente: La Voz de Galicia.
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