Por Pino Solanas y Félix Herrero *
Secesión y petróleo
El pasado viernes 9 de mayo, el presidente venezolano, Hugo Chávez, denunció la acción de sectores separatistas que intentan crear nuevos países a partir de la fragmentación de nuestra América latina, a propósito de un intento en ese sentido en el estado Zulia de Venezuela. Mencionó la existencia de una Confederación Internacional por la Libertad y Autonomía Regional (Confilar), creada en septiembre de 2006 y financiada por alguna “usina de ideas” estadounidense. Su forma operativa son los foros internacionales sobre Autonomía Regional, realizados hasta ahora en Santa Cruz, Guayaquil, Zulia y uno próximo en Iquitos. Chávez denunció la reunión celebrada hace pocas semanas en la ciudad de Guayaquil, que con el propósito aparente de dar “mayor autonomía” a los estados provinciales (o departamentales) busca dividir a los estados que poseen gas y petróleo.
¿Cuáles son las provincias o departamentos que se intenta balcanizar? La Confilar menciona a Loreto, en Perú; Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando en Bolivia; Zulia en Venezuela; Limón en Costa Rica; Sonora y Jalisco en México; y Guayas en Ecuador. En realidad, este movimiento es una adecuación de las “fundaciones” que propiciaban el libre comercio a una entidad que se instala en el centro mismo de la política latinoamericana: la promoción de “autonomías” para los Estados provinciales con petróleo es apoyada por grupos económicos norteamericanos. A las reuniones de Confilar asisten representantes políticos del Oriente boliviano, del Zulia venezolano, del Loreto peruano, mientras que la sede permanente queda en Santa Cruz de la Sierra. Por Argentina asisten representantes de las fundaciones Friedrich von Hayec (Buenos Aires) y Libertad (Rosario).
Es por demás conocido que vivimos en una era de disputas por las reservas petroleras del mundo porque los países que no dispongan de hidrocarburos tendrán serios problemas en los próximos decenios. Las invasiones y amenazas de EE.UU. y los países europeos a los territorios con petróleo y gas natural –o carbón, como pudo verse con la forzada “autonomía” de Kosovo impuesta a Serbia– es ahora un tema permanente. La historia no es nueva en nuestro continente, ya se trate la provocación de guerras entre nuestros países, intentos de segmentaciones de regiones o desintegraciones “provinciales” del dominio del subsuelo. Las disputas por nuestros mercados y reservas entre las petroleras Standard Oil o Exxon y la Shell provocaron, primero, la guerra del Chaco paraguayo, y luego la de Ecuador y Perú.
Argentina fue un país que sufrió otro tipo de fragmentación luego de la guerra de las Malvinas y el ignominioso “acuerdo” firmado con Inglaterra en febrero de 1990. Las consecuencias fueron el abandono de las políticas de protección de la Antártida y las Islas del Atlántico Sur y el avance inglés hacia esos territorios con su reclamo de 350 millas de jurisdicción marítima violando el Acuerdo Antártico de 1961. La entrega de nuestra soberanía y los recursos estratégicos se viene realizando desde Menem hasta Kirchner, contrariando la tradición argentina de propiedad estatal y nacional de los recursos naturales. El petróleo, el gas, el oro, el cobre, la plata y otros sesenta metales se entregaron a las corporaciones norteamericanas y europeas. El subsuelo fue fragmentado al otorgar la propiedad de los hidrocarburos y minerales a las provincias con la Reforma Constitucional de 1994 y el traspaso de los yacimientos petroleros realizado por Kirchner en octubre de 2006. Desde entonces, cada gobernador renegocia directamente con las transnacionales y las concesiones han sido extendidas diez a treinta años más. Así sucedió con el gas de Loma La Lata (Neuquén 2000) y el petróleo de Cerro Dragón (Chubut 2007, Santa Cruz 2008). Imitando a los gobernadores Das Neves y Peralta, ahora es Jorge Sapag, de Neuquén, quien prolonga las concesiones de crudo hasta la extinción del recurso.
El proyecto separatista es quedarse con el gas en Bolivia, cuyo gobierno felizmente ha intensificado su política de recuperación nacional de sus recursos naturales. Pero no seguros de lograr que los departamentos orientales se adueñen de los hidrocarburos (las votaciones autonómicas no alcanzan la mayoría de las poblaciones a causa de una gran abstención) no dejan de amenazar con la entrega del petróleo de Maracaibo y del Ecuador, mientras los intentos de privatización de la histórica Pemex de México encuentran la oposición de una gran movilización popular.
Para la revolución bolivariana, dividir la nación es causa de guerra; así, el presidente Chávez afirmó al referirse a quienes operan por la balcanización: “Búsquense un ejército y arránquennos, si pueden, un pedazo de nuestra patria. No lo van a lograr”. Ojalá los demás países latinoamericanos actúen con la misma decisión en su defensa de la soberanía territorial y los recursos naturales.
* Presidente y vicepresidente del grupo Moreno.
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