04/09/08

La locomotora Solanas*

"La próxima estación", documental de Pino Solanas, se centra en la historia y estado de los trenes en la Argentina.

Por Miguel Frías

SERIE. EL FILME ES EL CUARTO DE LOS CINCO QUE DECIDIO HACER SOLANAS SOBRE LA POSTCRISIS DE 2001.

A esta altura, sobre todo en estos casos, es imposible evaluar una película de Fernando Solanas aisladamente: cada uno de sus filmes, en especial cada uno de sus documentales, ya forma parte de un vasto corpus sobre el país, de un fresco sobre la Argentina del siglo XX, creado —por etapas— desde una perspectiva ideología que no necesariamente debe ser compartida. Lo cierto es que, a 40 años de La hora de los hornos, el incansable y mítico Pino sigue haciendo un cine urgente, rabioso, reflexivo, emotivo y —abandonemos de una vez las connotaciones negativas de ciertas palabras— militante, doctrinario. La próxima estación se centra en los trenes en la Argentina. O mejor: en el modelo de país que los llevó al esplendor; y en el otro que, luego, los sumió en el abandono, el desguace, los bordes de la desaparición.

"Los trenes se privatizaron porque daban pérdidas. ¿Pero los servicios públicos están para dar ganancias o para servir a la comunidad? ¿Deben dar renta las escuelas o los hospitales públicos? Hoy los ferrocarriles cuestan 3 millones diarios y funciona el 20 por ciento de los que teníamos antes", dispara el director en off, sin maquillar su cine de ideas. Pero La próxima... no se apoya sólo en datos y retórica políticoeconómica: Solanas —un gran reportero, que logra soltura en sus entrevistados— recorre historias, ideas y propuestas de los hombres que le dieron vida al sistema ferroviario nacional. Esas charlas —informales, aunque tienen gran valor sociológico y antropológico— funcionan como viajes dentro de viajes: al hablar, los entrevistados y el director recorren enormes espacios donde hubo talleres, estaciones, trabajo, vías, vidas y ahora, nada.

La próxima... es el cuarto documental de una serie de cinco, que Solanas comenzó a concebir tras la crisis de 2001 y cerrará con La tierra sublevada. Viaje por el país profundo, valioso como el que hizo Bialet Massé un siglo antes; testimonio reflexivo influido por las miradas de Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche (dos referentes de Solanas); documento sobre las consecuencias de los años de esplendor neoliberal, cuyas bases, según el director, se mantienen intactas.

El tono de la película, que tiene excelente música original de Gerardo Gandini y toma una decisión ética en cada plano, se sitúa en un punto intermedio entre la desolación de Memoria del saqueo y La dignidad de los nadies, y el optimismo de Argentina latente. La próxima... combina la épica fundacional con la caída de los sueños. Pero Solanas se muestra confiado en un retorno a tiempos mejores. Muchas veces, a través de la palabra de los trabajadores: individuos que formaron parte de una construcción colectiva y que están convencidos de que se puede volver a ella.

A diferencia de un historiador, que tomaría más distancia temporal, Solanas recorre temas actuales, como el tren bala o Aerolíneas. Y otros: el robo millonario de viejos materiales ferroviarios (alguien habla de ferricidio) y el estado lamentable de los servicios. Tras mostrar imágenes de violencia contra las máquinas, Pino opina que la furia debería tener otro destino. "Pero nadie puede defender lo que no sabe que le pertenece", reflexiona. En otros tramos, encara a funcionarios —del sistema judicial— y los deja mal parados, a lo Michael Moore, con menos narcisismo.

Los documentales de Solanas nos invitan a informarnos, debatir y mirarnos en un espejo no del todo grato. No parece poco, en tiempos vacíos: se tenga la ideología que se tenga.-

*Publicado en Clarín Espectáculos el jueves 4 de septiembre

 

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