18/02/09

El collar de Marsans

El collar con que la Corona española homenajeó a la presidenta Cristina de Kirchner, más que una condecoración, ha resultado ser la correa con que Marsans quiere llevar al país adonde él quería. El grupo empresario delincuente que quebró Aerolíneas Argentinas y estafó tanto al gobierno español como al pueblo argentino pasó a ser la víctima a quien nuestro país debe indemnizar haciéndose cargo de un millonario contrato de compra de aviones.

El episodio es tan insólito y escandaloso que cuesta creerlo, salvo que estemos ante un nuevo cuento español: ahora resulta que no bastó que la compañía estatal Iberia y luego Marsans vendiera todos los aviones de la flota de Aerolíneas Argentinas (AA), las oficinas en las grandes capitales del mundo, se llevara los sistemas de navegación, vaciara de máquinas y repuestos de los talleres, desviara hacia sus otras compañías aéreas, Air Comet y Air Europa, el millonario rescate que le diera el gobierno español en 2002 para salvar AA, recibiera del argentino el salvataje de casi 1.000 millones de pesos para sueldos y combustibles desde julio de 2008 y dejara la empresa quebrada con un pasivo de u$s 890 millones. No obstante esta cadena de delitos ejecutada sin que los gobiernos argentinos la denunciaran, de regreso del viaje a Madrid nos cuentan la fábula de que para evitar que Marsans se enoje y nos denuncie ante el tribunal del CIADI, sería necesario hacernos cargo del 50% del millonario contrato de compra de aviones por 5.000 millones de euros que para abastecer a sus empresas Air Comet, Air Europa y Aerolíneas, el grupo español firmó con la constructora francesa Airbus. Entonces: ¿para qué se convocó al Congreso nacional, al Tribunal de Cuentas y a la Auditoría General de la Nación? Su dictamen fue que por su pasivo, la empresa valía un dólar. Al gobierno le sobraban las razones para demandar al grupo Marsans ante el CIADI por vaciamiento y quiebra fraudulenta.

Los empresarios Antonio Mata, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual Arias no tienen ningún argumento jurídico para sustentar una demanda porque violaron todos los acuerdos. Estamos ante un cuento fantástico: después de una de las historias de vaciamiento más groseras que nos dejaron las privatizaciones en manos de empresas de la Corona, es vergonzoso que el gobierno diga que debe hacerse cargo –en total– de más de u$s 3.500 millones que dejan los empresarios españoles. Es el cuento del ladrón que quiere demandar a su víctima.

Como si fuera poco, la operación mediática desinformante dice que es un buen negocio hacernos cargo de semejante contrato, porque el precio es excelente y si no correríamos el riesgo de quedarnos sin aviones. La verdad es otra: Marsans quiere deshacerse de ese contrato por la contracción del mercado aéreo. Hoy sobran aviones.

El lector se preguntará si es realmente necesario comprar 35 o más aviones nuevos. Aerolíneas necesita reconstruir su flota, pero nadie tiene información fidedigna sobre sus necesidades reales. Hoy en el mundo la tendencia no es comprar aviones, sino tomarlos en leasing. Decenas de compañías proveedoras abastecen el mercado mundial y Argentina puede reconstruir su flota alquilando, como lo hacen todas las compañías. Hoy la flota de Aerolíneas-Austral es alquilada: un Airbus o Boeing para cabotaje, en leasing, sale cerca de u$s 800 mil de depósito y u$s 200 mil por mes.

El salvataje de Marsans nos recuerda al antinacional proyecto del tren bala. Como si se tratara de la compra de unos firuletes madrileños, se quiere comprometer al país con más endeudamiento externo. La ineptitud del Gobierno en materia de transporte y de su responsable Ricardo Jaime ya le hizo perder al país miles de millones de dólares por no reconstruir la flota marítima, aérea o los ferrocarriles. En su lugar, cedieron por primera vez el mercado de cabotaje a las líneas extranjeras. Hoy, American Airlines, a través de Lan Argentina, conquistó el 30% del mercado interno. Somos uno de los seis grandes exportadores de granos y se pierden por año u$s 3.000 millones en fletes marítimos por no tener flota. Con u$s 3.000 millones se podría impulsar la industria naviera, la ferroviaria y la aeronáutica nacional, generando decenas de miles de puestos de trabajo. Con esa suma se pueden reconstruir los trenes de pasajeros interprovinciales y los cargueros o invertir la mitad de esa suma en la fábrica de aviones de Córdoba y la construcción de una flota de 40 barcos cerealeros de 30.000 tn cada uno como los realizados en estos años para Alemania en Río Santiago a u$s 25 millones cada uno.

Una fuerte inversión de capital en aeronáutica se justificaría si implicara traspaso tecnológico y puesta en marcha de nuestra industria. Hay que pensar en la integración latinoamericana a través de grandes proyectos, como una gran línea de bandera continental, y con la brasileña Embraer participar en la reconstrucción de nuestra línea de bandera. La opinión pública y las fuerzas políticas y sociales deben repudiar este intento de premiar a los ladrones a costa de nuevos ajustes y tarifazos al pueblo argentino. Denunciemos a Marsans, pongámosle el collar y llevémoslo al CIADI.

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